FORMANDO VÍNCULOS CON LOS ANCESTROS. Una historia en las lomas de Lurín
En la historia de distintos pueblos, la muerte ha sido procesada a partir de la construcción de un vínculo con la persona fallecida, quien se convertía en un ancestro ligado a los seres vivos. En el mundo andino, el ancestro está presente en la cotidianidad, con él se conversa, nos visita en sueños y nosotros lo visitamos también. Por eso, es importante el tratamiento que se le da al momento de su muerte y el lugar del descanso de sus restos.
Hace más de 2000 años, los habitantes de los valles de Lima eligieron la zona de las Lomas de Atocongo, hoy Tablada de Lurín, como el lugar ideal para enterrar a sus muertos. Esta comunidad dedicó una especial atención a las prácticas funerarias, como son la preparación de la tumba y la elaboración de un conjunto de objetos que acompañaban al muerto. Probablemente estos objetos les recordaban quiénes habían sido en vida y, por otro lado, les ayudaban en su tránsito a su nuevo plano de existencia.
El estudio de los patrones funerarios del cementerio de Tablada de Lurín, nos muestra que el ritual funerario estuvo enmarcado en la cosmovisión andina. La disposición de los objetos, asociados a las personas enterradas, expresan identidades de género y nociones cosmológicas; además, ponen de manifiesto el valor simbólico del paisaje de lomas en la vida de los pobladores del valle de Lurín.
VIVIR ENTRE LA TIERRA Y EL MAR. Una historia en el valle del Rímac
Esta unidad temática aborda la vida cotidiana de los pobladores que se asentaron en el antiguo complejo urbano de Maranga, ubicado en el valle bajo del río Rímac, entre los años 900 y 1532 d. C.
Los pobladores del valle mantuvieron una constante interrelación con los tres ecosistemas costeros: el litoral, el valle y las lomas. La observación del entorno natural y la experimentación, les permitieron un manejo equilibrado de este territorio.
Las prácticas cotidianas relacionadas a la pesca y recolección se realizaron de manera efectiva, aprovechando tanto la cercanía del mar como la desembocadura del río, obteniendo una variedad importante de especies marinas y de agua dulce.
Las actividades agrarias alcanzaron un óptimo desarrollo gracias a la implementación de un complejo sistema de canales de regadío y pozas, y al conocimiento y manejo del ciclo agrario. La producción agrícola y el abastecimiento de agua fueron correctamente distribuidos para garantizar la alimentación de toda la población.
Los pobladores del señorío de Maranga perfeccionaron las técnicas artesanales desarrolladas en el mundo andino, como son la manufactura de textiles, de objetos de cerámica, de madera, de metal, entre otros.
Todas estas actividades cotidianas ayudaron en su conjunto a satisfacer las necesidades básicas de la población asentada en este territorio.
Hasta mediados del siglo XX, Lima aún conservaba muchas de las antiguas haciendas que se extendían en los valles de la ciudad. En el espacio que comprendía el Señorío de Maranga, se encontraba la hacienda Maranga y colindante a ella el fundo Pando. En este último territorio se conservaron pequeñas huacas y montículos, a las que en su conjunto denominamos Huacas Pando.
HABITAR EN TIERRA AJENA. Los primeros españoles en Lima
La vivienda de mediados del siglo XVI sobre la Huaca Tres Palos de la antigua ciudadela de Maranga, es uno de los testimonios más conocidos en la arqueología peruana sobre la presencia española en el valle del Rímac. La evidencia material encontrada en ella nos acerca a diferentes aspectos de la vida cotidiana de sus ocupantes.
¿En qué condiciones vivían estos habitantes? ¿Qué introdujeron en la vida y la cultura de los pobladores oriundos del valle? ¿Qué conocimientos asimilaron de este nuevo mundo?
Estos primeros españoles experimentaron un proceso de adaptación a una nueva vida en un territorio lejano. Para organizarse implementaron la encomienda, que consistió en la entrega de indígenas, de un territorio determinado, a los principales conquistadores. El encomendero tenía el encargo de cuidar y evangelizar a los indígenas, ellos a cambio debían tributar con su mano de obra. Uno de los casos importantes en Lima fue la Encomienda de Maranga.
Desde Europa se incorporaron nuevas tecnologías para la manufactura de diversos productos, como la cerámica vidriada y la herrería. Además, se integraron al territorio una nueva fauna y flora como el ganado vacuno, caprino, el caballo, la vid, el olivo, entre otros. No obstante, en este proceso también se incorporaron prácticas y elementos oriundos en el aspecto tecnológico y en la forma de relacionarse con el entorno, dando inicio a una nueva sociedad y cultura.
DETRÁS DEL VIAJE DE LAS VASIJAS. Historias recuperadas de una casona limeña
Las excavaciones realizadas por el SAIRA en la Casa O’Higgins ilustran, a partir del hallazgo de botijas y fragmentaría de vajilla inglesa, el valor del estudio de la cultura material colonial y republicana para entender dos aspectos de la vida cotidiana en la ciudad de Lima: el comercio y el consumo durante los siglos XVIII y XIX.
Por un lado, las botijas nos hablan de la relación de la ciudad de Lima con las haciendas de la costa productoras de aguardiente y vino durante el virreinato. Por otro lado, la vajilla inglesa nos habla de la relación del Perú con el mundo a través del comercio de bienes de prestigio. De este modo se fueron estableciendo relaciones de interdependencia dirigidas al abastecimiento y adquisición de bienes y productos a nivel local e internacional.
El aguardiente y el vino se transportaban en botijas para el consumo de estas bebidas en pulperías y en los hogares de la ciudad. El uso de estos recipientes aseguraba la calidad del producto y su durabilidad.
La vajilla inglesa, además de su uso práctico, otorgaba a sus usuarios un estatus de poder simbólico que iba acorde a sus oficios y a sus actividades sociales.
Con el paso del tiempo estas vasijas, tanto las botijas como la vajilla, entraron en desuso, y fueron utilizadas como parte de los rellenos arquitectónicos en las remodelaciones de esta casona.
Así pues, el viaje de estas vasijas se inició con su manufactura en las haciendas coloniales o en las fábricas europeas. Dadas sus distintas características formales y valoraciones, tuvieron diferentes usos. Sin embargo, ambas terminaron en los rellenos de construcción de esta casona limeña, lo que significó el fin de su viaje.