En el mundo andino, desde el Arcaico hasta la conquista inca, la estructura de la cosmovisión ha estado ligada a elementos que encuentran en la forma de entender y concebir su entorno, en la organización social y económica, en las costumbres, en las deidades, en los mitos y en los rituales.
La relación entre el hombre y toda la naturaleza que le rodea: los cielos, los astros, el mar, los lagos, los ríos, las montañas, la tierra, y los animales, organizan y regulan la forma de vivir y las costumbres. En el mundo prehispánico los recursos hídricos, las constelaciones, y la madre tierra o Pacha Mama, jugaron un papel importante en el desarrollo y organización socioeconómica de las antiguas poblaciones.
El culto a la madre tierra es extremadamente importante en la cosmovisión andina. Ella es la dadora, la cuidadora, la que cría y amamanta, la que proporciona todo lo necesario para la supervivencia del hombre: el agua, el alimento y el refugio. Hombres y mujeres se relacionan con ella cuando siembran o cuando aran la tierra. Es un símbolo de fertilidad, y le rendían culto con ofrendas, como llamas y cuyes.
Los mitos organizaron y dirigieron las actividades de la esfera político social de las comunidades andinas, y los ritos le daban forma, como se observa en el calendario del ciclo agrícola.
De acuerdo a la cosmovisión andina, el mundo que les rodeaba se dividía en tres partes: el mundo interior, la superficie terrestre, y los cielos. La fauna que se relacionaba con cada una de ellas eran los ofidios, los felinos y venados, y las aves, respectivamente.
Observamos en vasijas de cerámica escenas que narran los mitos, o parte de ellos, en las que se representan personajes, deidades, animales, personajes fantásticos, escenas rituales de carácter ceremonial y funerario.
