VIVIR ENTRE LA TIERRA Y EL MAR. Una historia en el valle del Rímac

Esta unidad temática aborda la vida cotidiana de los pobladores que se asentaron en el antiguo complejo urbano de Maranga, ubicado en el valle bajo del río Rímac, entre los años 900 y 1532 d. C.

Los pobladores del valle mantuvieron una constante interrelación con los tres ecosistemas costeros: el litoral, el valle y las lomas. La observación del entorno natural y la experimentación, les permitieron un manejo equilibrado de este territorio.

Las prácticas cotidianas relacionadas a la pesca y recolección se realizaron de manera efectiva, aprovechando tanto la cercanía del mar como la desembocadura del río, obteniendo una variedad importante de especies marinas y de agua dulce.

Las actividades agrarias alcanzaron un óptimo desarrollo gracias a la implementación de un complejo sistema de canales de regadío y pozas, y al conocimiento y manejo del ciclo agrario. La producción agrícola y el abastecimiento de agua fueron correctamente distribuidos para garantizar la alimentación de toda la población.

Los pobladores del señorío de Maranga perfeccionaron las técnicas artesanales desarrolladas en el mundo andino, como son la manufactura de textiles, de objetos de cerámica, de madera, de metal, entre otros.

Todas estas actividades cotidianas ayudaron en su conjunto a satisfacer las necesidades básicas de la población asentada en este territorio.

Hasta mediados del siglo XX, Lima aún conservaba muchas de las antiguas haciendas que se extendían en los valles de la ciudad. En el espacio que comprendía el Señorío de Maranga, se encontraba la hacienda Maranga y colindante a ella el fundo Pando. En este último territorio se conservaron pequeñas huacas y montículos, a las que en su conjunto denominamos Huacas Pando.

La ciudadela de Maranga y su entorno

La actual ciudad de Lima se extiende entre tres valles: el Chillón, el Rímac y el Lurín, y en la época prehispánica fueron territorios ocupados por diversas culturas a lo largo del tiempo. Estos valles costeños se caracterizan por ser desérticos, pero gracias al ingenio de los antiguos pobladores se convirtieron en valles fértiles.

Uno de los centros más representativos del valle bajo del Rímac es la antigua ciudadela de Maranga, con una historia de dos mil años. La ciudadela se extendía entre los actuales distritos de San Miguel y Cercado de Lima, quedando vestigios de ella en el Parque de las Leyendas.

De acuerdo con documentos de los siglos XVI y XVII, se trató de un centro urbano, núcleo de un señorío yunga denominado Malanai, o Maranca o Malanca, entre los años 900 a 1532 d.C., liderado por el curaca Chayavilca al momento de la llegada de los españoles a Lima.

La ciudadela de Maranga estaba construida en tapial, y constituida por dos sectores bien definidos: un área amurallada y otra sin amurallar. Ambos sectores contenían templos, palacios y centros administrativos, articulados a plazas y caminos epimurales, incluyendo un sector residencial para la población.

Este enorme centro urbano estaba articulado a una red de acequias y estanques, con extensos terrenos de cultivo alrededor. Este sistema de canales garantizó el consumo de agua de los pobladores, y su uso en la construcción de edificios y en la realización de diversas manufacturas.

Produciendo alimentos: la tierra y el mar

Los pobladores de la ciudadela de Maranga estaban organizados para realizar labores agrícolas y de pesca, así como el procesamiento de estos productos. Esta organización por tareas facilitó la redistribución de alimentos entre la población, eje de la economía del mundo andino.

Un conjunto de ritos regulaban las relaciones sociales y las prácticas en torno a la actividad agrícola. El mate pirograbado encontrado en la Huaca Corpus presenta todos los elementos que sintetizan la relación entre el hombre y el ciclo de la tierra, dentro de su cosmovisión.

En Maranga, la tierra pudo ser trabajada gracias a un sistema de canales y acequias que traían el agua desde la margen izquierda del río Rímac. En las excavaciones arqueológicas se halló evidencias de maíz, maní, frijol, pallar y diversas especies frutales que sin duda se cultivaron en los alrededores del conjunto urbano.

El procesamiento de alimentos continuaba en los espacios de cocina. Estos espacios se caracterizaban por una interesante variedad de batanes y morteros ubicados principalmente en patios y áreas abiertas.

La relativa cercanía de la ciudadela con el mar y la ribera del río propiciaron la pesca y recolección de diversas especies marinas y ribereñas. Destacan la corvina, la cojinova, la chita, el camarón del río y una variedad de moluscos. Asimismo, la presencia de redes de algodón, flotadores de madera y pesas de piedra son testimonio de esta actividad especializada.

Mate pirograbado
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-07730

Mortero y mano de moler
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-07819 / I-07733

Aparejo de pesca
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-07725 / I-04735 / I-05117

Produciendo vasijas, tejidos y piezas de orfebrería

Los pobladores de Margana llevaron a cabo diversas actividades productivas para satisfacer las necesidades de alimentación, vestido y vivienda. Esto propició el desarrollo de manufacturas diversas, como la alfarería, la textilería y la orfebrería.

En Maranga existieron talleres, donde alfareros, con diferentes técnicas, elaboraron  vasijas de cerámica destinadas a dos tipos de funciones: para la vida cotidiana y para los rituales. La producción de diferentes tipos de vajilla resolvió las necesidades del día a día de la población como el consumo y bebida (platos, cuencos, cántaros, botellas), la preparación de alimentos (ollas) y el almacenamiento (tinajas). 

En la práctica de los rituales se materializaban las creencias, los mitos y a la sociedad, a través de la cerámica, sea esta escultórica o decorada con diseños complejos. Uno de los motivos más frecuentes encontrado, es el denominado “cara gollete”, que representa rasgos humanos en el cuello de cántaros y botellas.

La textilería de esta época alcanzó un grado óptimo de especialización; evidencia de ello es el hallazgo de cestos de tejedor con ovillos de hilo, copos de algodón, y diversos instrumentos como agujas, husos, piruros y pushcas. Entre los textiles confeccionados, se han encontrado mantos y unkus hechos de fibra de algodón y de camélido; la técnica empleada fue el telar de cintura.

Entre los objetos de orfebrería destacan los tupus, los alfileres y las agujas, además de una cantidad considerable de pinzas y placas (estas últimas estaban cosidas a ciertas  vestimentas); todos ellos en aleaciones de plata o cobre.

Botella escultórica
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02460

Cántaro de cerámica
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02356

Olla de cerámica
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02348

Cántaro escultórico
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02361

Cántaro de cerámica
1476 – 1532 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02462

Olla de cerámica
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02327

Botella de cerámica
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02457

Botella escultórica
1476 – 1532 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02364

Botella escultórica
1476 – 1532 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02463

Molde de cerámica
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02477

Costurero
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-07684

Ovillos de hilo de algodón
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-07708 – I-07723

Cántaros de cerámica
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-02367 – I-02482

Piruros
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: Varios

Unku
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-00563

Unku de niño
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-00562

Vaso ceremonial de plata
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-05236

Pinza de plata
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-05265

Pinza de cobre
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-05268

Tupu de plata
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-05241b

Tupu de plata
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-05246

Tumi de cobre
900 – 1476 d.C.
Huacas Pando
Código: I-05352