Las prácticas funerarias registradas en el cementerio de Tablada de Lurín consisten en la habilitación de la estructura funeraria, el tratamiento y ornamentación del cuerpo de la persona, la colocación del individuo en la tumba, y la inclusión de objetos que lo acompañan.
Las estructuras funerarias son de dos tipos: en pozos y en cistas. Los pozos son de forma tubular, compuestos por una antecámara y una cámara funeraria. Las cistas son semisubterráneas, de forma rectangular o circular, con paredes y cubierta de lajas de piedra.
Los entierros en pozo podían albergar uno o hasta tres individuos, y también podían tener reaperturas. Las cistas contenían un número mayor de individuos, aproximadamente veinte; de acuerdo a la evidencia, se trataría de entierros secundarios depositados en las cistas en diferentes momentos en un lapso de tiempo determinado.
El cuerpo del difunto fue tratado con especial dedicación, según la costumbre del Horizonte Temprano. En los entierros en pozo el individuo fue enfardelado, previamente colocado en posición sentada y flexionada; en algunos casos se han encontrado objetos metálicos y collares que adornaban el cuerpo, y sobre ellos se le enfardeló. En las cistas, la osamenta de los individuos se encontró dispersa, casi desarticulada, debido a que éstos fueron trasladados de entierros primarios enfardelados.
El ritual funerario finaliza colocando un cántaro con tapa y una o más lajas de piedra a modo de sello de la tumba.